Caracol burgao está en situación crítica por la sobreexplotación
Está en el Tayrona, Corales del Rosario y de San Bernardo, Old Providence and McBean Lagoon.
Por: PAOLA BENJUMEA BRITO |

Foto: Paola Benjumea
Un estudio del Grupo de Investigación en Biodiversidad y Ecología Aplicada de la Universidad del Magdalena tiene como fin conocer la diversidad y estado genético del Caracol Burgao (Cittarium pica).
El caracol burgao, cuya carne es utilizada para preparar deliciosos platos y su concha para la elaboración de artesanías como aretes y collares, se encuentra en estado crítico, según un estudio del grupo de investigación en Biodiversidad y Ecología Aplicada de la Universidad del Magdalena.
Dicho estudio, realizado en el marco del proyecto ‘Conservando recursos hidrobiológicos y pesqueros en las áreas protegidas’, financiado por la Unión Europea, Parques Nacionales Naturales de Colombia y Patrimonio Natural, evaluó el estado de la variabilidad genética y la conectividad entre las diferentes poblaciones de caracol burgao (cittaruim pica) existentes en la costa Caribe colombiana.
Esta especie habita en litorales rocosos del país como el Parque Nacional Natural Tayrona, Parque Nacional Natural Corales del Rosario y de San Bernardo, Parque Nacional Natural Old Providence and McBean Lagoon y el Cabo de la Vela.
En San Andrés y Providencia, por ejemplo, es tradicional que en Semana Santa los niños salgan con baldes a recolectar este caracol que se encuentra adherido a las rocas.
“El resultado que hemos encontrado es que la variabilidad genética es baja, lo que significa que no tiene suficiente información genética para sobreponerse a situaciones adversas como la sobrepesca, el cambio climático y la contaminación”, explicó el biólogo Juan Carlos Narváez, docente e investigador de Universidad del Magdalena.
Agregó que la sobrepesca es uno de los principales factores que ha incidido en el descenso en la variabilidad genética de la población de caracol burgao porque la pesca no discrimina si el animal es capaz de resistir algo o no, sino que el pescador atrapa lo que encuentra.
Narváez dijo que dentro del estudio comenzaron a medir individualmente el nivel de variabilidad genética de los caracoles, pero aún no tienen resultados.
“La hipótesis que estamos planteando es que los animales más grandes (entre los 10 y 30 años de vida) tienen la mejor calidad de la información genética que puede garantizar que a futuro estas poblaciones puedan sobrevivir mucho mejor”.
Colonias aisladas
Otro hallazgo del estudio es que las poblaciones de caracol burgao que se encuentran a lo largo del Caribe colombiano están totalmente aisladas, lo cual no permite la conectividad genética que favorece el intercambio de información que podría ayudar a mejorar a los que están en mal estado.
“Hemos observado que las poblaciones del Parque Tayrona y el Cabo de la Vela son muy similares, pero cuando comparamos con las que están en Bolívar y Córdoba encontramos que hay diferencias genéticas. Creemos que el río Magdalena está funcionando como una barrera que no permite que las larvas pasen de un lado a otro”, aseguró Narváez.
Una de las alternativas para la conservación de esta especie es su cultivo en laboratorio, con el objetivo de hacer repoblamiento asistido genéticamente, en lo cual viene trabajando la Universidad del Magdalena en el corregimiento de Taganga.
Igualmente, sensibilizar a los pescadores de la región para que no capturen a los animales más grandes, que son los que tienen mejor información genética, ni pesquen en áreas protegidas.
PAOLA BENJUMEA BRITO
Corresponsal de EL TIEMPO
Santa Marta.
Corresponsal de EL TIEMPO
Santa Marta.
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